La imagen de la vahine como símbolo sexual sigue siendo explotada hoy en dia en miles de tarjetas postales, anuarios telefónicos, tarjetas electrónicas, sellos de correos y todo tipo de anuncios, desde la cerveza local Hinano hasta el monoï o aceite de coco. Se utiliza a la vahine pero detrás de esa imagen no hay nada, tan solo un mito creado por el hombre occidental.
Tahiti se nutre desde hace mas de dos siglos de un par de mitos creados por ella misma el de paraíso terrestre y el de la vahine. Sobre el mito de diosa del amor que envuelve a la vahine se ha escrito probablemente mas que sobre cualquier otro procedente de los Mares del Sur, y en realidad se podría decir que se trata de una invención de escritores y artistas. Vahine afoi define en lengua tahitiana a la muchacha que ronda los dieciocho anos y se ha convertido por fin en mujer, una muchacha hasta entonces y llamada tamahine hua. Pero por extensión, se llama vahine a cualquier mujer entre los doce y los cuarenta años, siempre y cuando no tenga una apariencia demasiado infantil o la obesidad no la haya transformado en una mama o en eso que Marlon Brando llamaba “una institución”.
Es significativo que Bougainville y Cook encontraran tan poca resistencia entre los nativos, teniendo en cuenta tan solo unos meses antes de la llegada del primero, la población se habia mostrado extremadamente feroz ante cualquier intento de desembarco en la islas. Las sangrientas matanzas perpetradas por Wallis no son ajenas a este cambio de actitud. Ahí nace precisamente el mito de los Mares del Sur y la “excesiva hospitalidad” de la vahine con el sexo opuesto.
En el diario de Bougainville se lee un texto esclarecedor “Las piraguas estaban llenas de mujeres que, por lo agraciado de su rostro, podían compararse con la mayor parte de las europeas, y en cuanto a la belleza de su cuerpo podrían disputarlas a todas con ventaja. La mayor parte de estas ninfas estaban desnudas. Nos hicieron desde un principio donaires desde sus piraguas y en ellas se descubría algún embarazo… Los hombres, mas simples o mas libres, se dieron a conocer enseguida claramente, nos invitaban a escoger a una mujer, a seguirla a tierra, y sus gestos inequívocos demostraban la manera como habia que conducirse con ella.»
Porque unos guerreros orgullosos cedían a sus mujeres e hijas a los extranjeros, la mayoría marineros borrachos o salidos de presidio y por tanto de modales a menudo brutales, y por si no fuera suficiente extremadamente sucios después de meses de navegación? Simplemente obedecían a un ritual inmemorial que dictaba entregar a las mujeres a los extranjeros. Se consideraba como tal a cualquier individuo procedente de una isla vecina, aveces incluso del valle contiguo, ya que en muchas islas, especialmente en las Marquesas, cada valle pertenecía a un clan en guerra mas o menos permanente con sus vecinos, como nos cuenta espléndidamente Melville en Taipi.
Entregándole una mujer, valor de cambio inagotable en aquellas latitudes, en ocasiones la hija del propio jefe, la tribu adoptaba al extranjero, “lo hacia suyo” por así decirlo, tanto el como a sus futuros hijos, por lo que pocos de los que llegaban a una nueva isla la abandonaban. El extranjero dejaba de ser un enemigo para convertirse en un habitante mas. Siempre habría tiempo de liquidar lo si les traicionaba, pero al menos lo tendrían al alcance, solo y desarmado. Por otra parte la estrategia cumplía con otro elemento no menos importante del ritual, regenerar la sangre ante los graves problemas de consanguinidad característicos de las sociedades insulares tradicionales. La vahine, aunque aparentemente fuera dada en un acto generoso y tuviera su propio universo sensual, obedecía al juego de la guerra fuera quien fuera el marido al que era entregada. De ahí nace el concepto el concepto extendido en Polinesia, de que el coito precede al amor.
Con la llegada de los primeros navegantes popaa (blancos) los jefes de tribu, viendo que sus armas no podían vencerles ni alejarles de sus propósitos de conquista, decidieron utilizar su arma infalible, entregarles a sus mujeres tal y como establecía el ritual. Y para ello les aleccionaron con especial atención estableciendo una estrategia que prosigue hasta hoy, sonrisa imparable, collares de flores, ligeros pareos y una aromática flor de tiare que dependiendo de situación significa una cosa u otra, en la oreja izquierda por ejemplo quiere decir que esta predispuesta al amor. Cuando la vahine avanza en una piragua con su sonrisa en dirección a un barco, esta emprendiendo una batalla para la que no lleva arma alguna, tan solo su cuerpo. Ni que decir tiene que la batalla es desigual, el hombre blanco, el invasor, ya la ha perdió antes de iniciarse. Ha caído, como tantos otros hombres de los siglos venideros, en la trampa del amor, de la sensualidad sin limites…
Texto: Alexis de Vilar © Copyright 2005. Todos los Derechos Reservados.
Wow que información más interesante sobre el mito de la vahine en las sociedades occidentales. Muy interesante información amigo.
Wow muy interesante información sobre el mito de la «vahine» en las sociedades occidentales. Muy interesante información amigo.