Hay una gran diferencia entre mirar al Pacífico como una serie de “islas en un mar lejano” y verlo como “un mar de islas”. La primera perspectiva enfatiza la idea de superficies terrestres sobre un océano vasto y lejano de los centros de poder mundial. Tal visión subraya la condición pequeña y remota de las islas. En contraste,la segunda constituye una perspectiva más holística, que permite observar las cosas a partir de la totalidadde sus relaciones.El nombre de Oceanía nos remite a un mar de islas con habitantes propios.
El mundo de nuestros ancestros era un enorme mar, pleno de lugares para explorar, para construir nuestras casas, para procrear generaciones de marineros. La gente que creció en este medio hizo del mar su hogar. Jugaban en el agua encuanto eran capaces de ponerse de pie, trabajaban en el mar y también luchaban en él. Desarrollaron los conocimientos para navegar sus aguas y el valor necesario para atravesar los grandes espacios que separaban sus archipiélagos.
El suyo era un mundo enorme, dentro del cual se movían y entrecruzaban diferentes sociedades y culturas, libres de las fronteras que posteriormente erigieron las potencias imperiales. Navegaban de una isla a otra para comerciar y casarse, extendiendo de ese modo las redes sociales sustentadas en el flujo de bienes y personas.
‘Epeli Hau’ofa
Our Sea of Islands
Wasawasa es un término fijiano que describe al océano como entidad viva, elemento destructor y creador de vida, liquido unificador que alimentó siglos atrás un extraordinario intercambio humano, cultural y económico entre polinesios, melanesios y micronesios. Nuevos tiempos restañan las heridas, se recobra el orgullo de identidad cultural y se renuevan lazos de un pasado común. Wasawasa, la senda del océano, transforma una vez más a cientos y miles de islas – consideradas insignificantes, aisladas y perdidas en la medida desproporcionada del océano más extenso del planeta por burócratas y economistas, que pasaron por alto la historia – en un Océano de Islas, pobladas por un solo pueblo Tangata O Te Moana Nui.
Lo que sucede en las Islas del Pacifico no es noticia en los periódicos, en la radio o en la televisión y esta situación contribuye a situarlas en el ámbito de lo irreal, paradisíaco y exótico. Sintiéndolo por los puristas, nostálgicos y empresarios turísticos nos unimos a las Pasifika Divas reclamando que «Gauguin está muerto, el Paraíso no existe» , (nunca existió y si lo hizo o lo sigue haciendo , fue más bien para consuelo de vidas anónimas y quizás no del todo vividas en ciudades frías e industriales, hoy postmodernas y tecnológicas ) dejando a un lado de una vez por todas la invención occidental que impuso una nueva historia a los Pueblos del Pacífico, aquella que aún hoy se acomoda más a las expectativas occidentales que a la de los propios habitantes de Oceania.
Tangata O Te Moana Nui abre camino entre el oleaje viajando por unas Islas del Pacífico que también pertenecen siglo XXI, donde la actualidad se expresa en artistas visuales como la samoana japonesa Shigeyuki Kihara, gran diva de la comunidad transexual polinesia de Auckland; en el arte de John Pule, en las películas y documentales de Lisa Taouma, Sima Urale o Vilsoni Hereniko; en la música de Pacific Soul, O-Shen, Ok! Ryos, Nesian Mystik o Te Vaka; en la literatura de Sia Figel y de Albert Wendt.
Hacia el esfuerzo de supervivencia diaria de las gentes que habitan en los atolones de Tokelau, Tuamotu. Kiribati y Cook amenazados por el calentamiento global… Más allá de las palmeras cocoteras… más allá del escenario idílico de los Mares del Sur en el que bailaba Dorothy Lamour … Las Islas del Pacífico … , delante y detrás del escenario, el mito y la realidad …
Si, pues más allá del imaginario colectivo occidental, los estados y territorios del Océano Pacífico son un mosaico de problemas ambientales, deforestación, explotación minera, efectos irreversibles de pruebas nucleares pasadas y que para siempre han transformado y aniquilado a las comunidades locales y la armonía tradicional que en ellas regía. A medida que transcurre el nuevo siglo la estabilidad de los países se erosiona por la pobreza, la violencia doméstica, el cambio cultural y la corrupción de los gobiernos.
Las rivalidades étnicas se enraízan en Papúa Occidental y en las Islas Solomon, las aspiraciones independentistas continúan latiendo en Kanaky Nueva Caledonia, Te Ao Mao’hi (Tahiti & sus Islas) , Guaham (Guam) y Ka’pae Aina (Hawai’i); mientras que Fiji, ante una rivalidad tribal histórica, intereses económicos y alarmante corrupción de la clase política, disimuladas en enfrentamiento entre melanesios e indios, parece derivar hacia la primera dictadura militar de la región.