Antoni Pujador y la Isla de Pascua ( y V)

Construcción de entidades nacionales en el Pacífico.
Antoni Pujador i Estany
(1948-1993)

Su intervención en la política de defensa de los derechos históricos de Isla de Pascua como miembro Portavoz del Consejo de Jefes Rapanui 

Centro de Estudios Históricos Internacionales.
Universidad de Barcelona

pujador-rapa-nui

Antoni Pujador-Manuheuroroa

Fue precisamente durante la visita a Isla de Pascua o Rapa Nui en noviembre de 1988 cuando adoptó un segundo apellido totalmente pascuense, concedido por la familia Teave. Lo que le vinculaba con los linajes más antiguos de la Isla. Esto le llenó de orgullo y de una gran satisfacción personal. Por fin era considerado un miembro más de la gran familia rapanui. A partir de enero de 1989 en toda la correspondencia «oficial» del Consejo de Jefes añadirá al primer apellido paterno catalán el otro adoptado de estirpe genuinamente rapanui: «Manuheuroroa» («El ave que vino de muy lejos»).

Pero con el nuevo año se observa una cierta descoordinación entre lo que propone Pujador y lo que ejecuta la presidencia del Consejo. Ya anteriormente, el portavoz Pujador le había reiterado no dejar de efectuar el acuse de recibo de todo tipo de documentación enviada por él, y comprobar que en el archivo del Consejo en la Isla no faltase ninguna de sus cartas, recortes de prensa o telefax remitidos. Son instrucciones precisas y perfectamente numeradas que a veces precisaban la conveniencia de tener que eludir algún tipo de control usando vías no convencionales.

Según la correspondencia enviada y recibida a lo largo de 1989, se hace patente un cierto malestar entre los miembros del Consejo de Jefes de Rapa Nui, fruto de una creciente politización de signo contrario entre los dirigentes más destacados. Antoni Pujador se da cuenta de forma inmediata del grave problema que ello suponía e intenta por todos los medios frenar un proceso que podría hacer peligrar la unidad del Consejo hasta entonces celosamente mantenida. Por vía confidencial se le Informó acerca de unos rumores en el sentido de una futura vinculación de algunos de sus miembros a una opción política más allá del marco de los intereses de la Isla. En opinión de Pujador Manuheuroroa, el Consejo nunca debería supeditarse orgánicamente a ningún partido político estatal. Había que evitar a toda costa fragmentar la unidad de acción de los pascuenses.

Además apuesta por la posibilidad de hacer un paso más en el reconocimiento  de la personalidad política y Jurídica de Rapa Nui. Avisa que hay que estar preparados para plantear la cuestión para cuando la Democracia Cristiana gobierne en Chile. Sugiere introducir alguna reforma en la Constitución que les permitiera una amplia autonomía. Para ello les remite unos ejemplares de los textos oficiales de los estatutos de autonomía catalán y vasco, además de prometer el envío de los reglamentos jurídicos adoptados por las islas Cook y Niue con regímenes políticos parecidos en el ámbito del Pacífico.

Curiosamente las divergencias en el seno del Consejo se hicieron más patentes desde el momento en que la Corte Suprema de Santiago hubo reconocido una cierta forma de personalidad jurídica al Consejo de Jefes Rapanui. Se agravaron en especial cuando el panorama político chileno se hubo adaptado a la forma tradicional de partidos clásicos. Ante una futura coalición de los rapanui con los pueblos aymarás y mapuches, Pujador emitió su opinión como portavoz. Expresó sus reservas al respecto debido a ciertas disensiones surgidas entre los representantes políticos de las minorías. Su deseo era que los pascuenses obrasen independientemente del resto de grupos indigenistas chilenos, en contra de la opinión de una parte del Consejo de Jefes de Rapa Nui. En un futuro no muy lejano esta cuestión tan crucial se convertiría en el «talón de Aquiles» que hundiría la facción más «soberanista» del Consejo representada por el vicepresidente Juan Chávez, tal como temía Antoni Pujador.

Las elecciones post-Pinochet estaban previstas para diciembre de 1989 y en esta ocasión Pujador creyó que la opción que mejor podía ayudar a la causa rapanui era la candidatura de la Democracia Cristiana, liderada por Patricio Aylwin.En la sede del Colegio de Antropólogos de Santiago de Chile había tenido lugar el primer «Encuentro por los Derechos de los Pueblos Indígenas y sus Demandas», con representantes Aymará, Mapuche y Rapanui. En representación de la Isla asistieron Alberto Hotus y Petero Edmunds. El éxito fue total y se suscribió un documento titulado «Acuerdo conjunto».

En la reunión realizada en la Isla se insistió sobre la demanda de recuperación de los títulos de propiedad de las tierras que había sido presentada a la Corte de Apelaciones en agosto de 1988. Para el mes de junio de 1989 estaba previsto celebrar un congreso de pueblos indígenas durante el cual se elegiría un Consejo Coordinador con dos miembros de cada organización, los cuales tendrían que colaborar con las comisiones de derechos humanos.

De la asamblea de pueblos indígenas celebrada en Santiago a principios de año, salió una Declaración de Principios y la propuesta de formación de un nuevo partido político, que tomaría la denominación de «Partido de la Tierra y la Identidad» (P.T.I.). Su finalidad sería agrupar todas las minorías étnicas de Chile, incluida Rapa Nui. Las opiniones a favor y en contra pronto se dejaron oír, ya que las elecciones al Parlamento estaban previstas para  diciembre de 1989 y constituían una coyuntura excepcional para conseguir un amplio eco. Alberto Hotus multiplicó las gestiones políticas ante las autoridades y medios de comunicación. Y a fin de formalizar e inscribir el nuevo partido étnico P.T.I., una representación del Consejo de Jefes Rapanui se desplazó a Santiago.

De todas maneras, la idea de ingresar en la estructura de un partido político desagradó profundamente a alguno de los miembros más significativos del Consejo, especialmente al grupo de opinión representado por el vicepresidente Juan Chávez, y al cual pronto se adhirió el portavoz Antoni Pujador Manuheuroroa. Una brecha insalvable acababa de abrirse entre viejos amigos y sinceros luchadores por los derechos de Rapa Nui, que quizás nunca más volvería a cerrarse.

Ya finales de 1989, Pujador mostraba su profundo disgusto. Reconocía que, a pesar de su dedicación total a la causa política del Consejo de Jefes, se sentía aislado y que su comunicación con la presidencia se hallaba estancada. Los desacuerdos Pujador-Hotus llegaron a la máxima tensión a mediados de 1991, según parece, con motivo de haber enviado el primero por «motu propio» unas cartas en nombre del Consejo a diversas embajadas de Chile en algunos estados europeos. El texto de la discordia no era otro que un documento acreditativo a favor del mismo Pujador-Manuheuroroa como delegado y portavoz exclusivo de dicho organismo indígena en previsión de los actos a celebrar en Sevilla para el próximo V Centenario y Expo 92. El malestar fue en aumento.

Vista desde el exterior, esta profunda desavenencia no parecía revelar ningún tipo de antagonismo personal sino más bien que los tiempos habían cambiado. Por lo tanto, el papel de representatividad política otorgada a Pujador -una persona no originaria de la Isla- había cambiado radicalmente desde el preciso momento de la restauración democrática en el Juego político chileno. Su funcionalidad había mermado considerablemente. Ante el nuevo panorama de la nación, es natural que Alberto Hotus quisiera asumir personalmente la dirección política del Consejo de Jefes y, por lo tanto, que desaprobase las iniciativas personalistas de Antoni Pujador. Por otra parte, y según parece, Hotus había sido desestimado para ocupar un cargo local en el momento de la renovación democrática.

Sin intentar dimitir ni del Consejo ni de sus responsabilidades, Pujador manifestó sus deseos de reorientar su vida centrándola en la Isla en la que pensaba poseer residencia permanentemente en un tiempo no muy lejano. A sus 42 años y después de haber dedicado 17 a la aviación y los restantes a viajar prácticamente por todo el mundo como director de exportaciones había decidido detenerse.

Durante el mes de junio de 1990 tuvo que realizar un viaje profesional a Guadalupe y Martinica por cuenta de la empresa. De allí saltó a Miami y posteriormente [60] a Chile, para proseguir el vuelo hasta Isla de Pascua. Fue en esta ocasión en que conoció al nuevo gobernador, Jacobo Hey Paoa. Ambos se desplazaron hasta Santiago en visita oficial al nuevo Presidente, Patricio Aylwin, en audiencia privada en la sede del Palacio de la Moneda. En estas circunstancias, Pujador actuó como secretario accidental del gobernador de Isla de Pascua. Una de las primeras tareas que propulsó Hey fue iniciar oficialmente el retorno de piezas históricas al museo de la Isla, en cuya campaña Pujador tuvo un papel muy destacado.

Por otra parte y fiel a los compromisos preelectorales adquiridos, en mayo de 1990 el Presidente Aylwin firmaba un decreto por el que se creaba la Comisión Especial de Pueblos Indígenas, encargada de elaborar una ley que recogiera las demandas de los tres grupos étnicos. La participación de los representantes pascuenses en la Comisión Nacional de la Ley Indígena provocó una fuerte polémica entre los residentes en la misma Isla.

A partir del año 1990 Pujador reconoce que su actividad epistolar ha decrecido mucho fruto de sus compromisos laborales. El poco tiempo libre de que dispone tiene que dedicarlo a la absorbente tarea de portavoz del Consejo. Por ello se observa una notoria reducción de protagonismo en este cometido. Paulatinamente la función directiva será controlada y monopolizada por su líder histórico, Alberto Hotus. Pujador va pasando a un papel claramente secundario, a la vez que detectaba como un sector muy representativo de sus componentes se inclinaba a favor del partido político PPD y temía que la evidente politización acabaría con su pluralidad e independencia.

Haciendo gala de un pragmatismo inteligente, fue relegando las funciones políticas de representación internacional a cambio de incrementar sus actividades profesionales de forma cada vez más exclusiva. Por este motivo los viajes se le multiplicaron extraordinariamente. Una vez desligado de su antigua sociedad industrial en la que venía trabajando desde 1982, le llegó la ocasión de crear su propia empresa, aunque de reducidas proporciones y con sede en Barcelona, dedicada a importación y exportación.

A mediados de julio de 1992 repitió viaje comercial a Sudamérica, visitando clientes en Caracas, Bogotá y Santo Domingo. Sería el último, a excepción de una visita esporádica a Sevilla con motivo de la Expo 92. Inmediatamente a su regreso, sufrió un ataque cerebral que le mantendría hospitalizado durante varios meses. Graves complicaciones posteriores acabarían con su vida y truncarían definitivamente sus entusiásticos proyectos.

En cumplimiento de sus postreras voluntades, sus cenizas mortales fueron trasladadas por la familia a «su Isla». Desde entonces, Antoni Pujador i Estany reposa «entre otros dirigentes o matato’a que han construido su Historia» -según reza su lápida sepulcral en el cementerio de Hanga Roa (Isla de Pascua). Fue enterrado con honores de un auténtico «jefe de tribu». La losa de mármol exhibe esculpido el emblema oficial del Consejo de Jefes Rapanui en uno de sus ángulos superiores. Además legó a la Isla una importante suma de dinero para beneficencia.

Poco tiempo después de su desaparición se consumó el cisma entre los dirigentes indigenistas isleños apareciendo un segundo Consejo de Jefes Rapanui en competencia con el anterior. Sus temores se habían cumplido.

 © Copyright 2008 Francesc Amorós i Gonell
Revista Española del Pacífico. Nº 11, Año 2000

Antoni Pujador y la Isla de Pascua (I)

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1.-Antoni Pujador Manuheuroroa 

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2 comentarios sobre “Antoni Pujador y la Isla de Pascua ( y V)

  1. Este artículo (V parte) es un merecido tributo a mi añorado amigo Toni Pujador, aviador, investigador y aventurero. ACS

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