Tatuaje en las Islas Samoa


» … Cada acción relacionada con el tatuaje era una oración. Es una oración. La recolección de materiales y el acto del tatuaje en sí mismo, que yo comparo como una forma de escritura. Los maestros tatuadores son, en cierto sentido, los mediadores de Dios en la tierra. Escribiendo la verdad de Dios, aquella que se encuentra en la estrella de mar, en el ciempiés, la canoa, el zorro volador, todos los símbolos del tatuaje, los elementos de la naturaleza y del universo están cartografiados en la memoria, cartografiados en los muslos de nuestras jóvenes mujeres y en las nalgas de nuestros hombres. Esta es nuestra oración. Una oración que llevamos con nosotros. Siempre.

Es un prodigio que el tatuaje de una mujer sea el malu. Malu significa proteger. Refugiarse. Fa’amalu. Como un paraguas. Un paraguas de alofa, de amor, manchado con un poco de sangre. Un poco de dolor. Pero es alofa lo que cuenta. El tatuaje es la expresión máxima de alofa, de amor. Una oración que no solo es interpretada por aquel que lleva el tatuaje si no, también, una oración para toda la ‘aiga, la familia entera, la aldea, el distrito, el país. Esto es lo que yo creo que es un tatuador. Es la única posesión que tengo. El único presente con el que obsequiarnos el uno al otro… «

They who do not Grieve
Sia Figiel

Greg Semu, New Zealand Samoan photographer - Sef portrait with pe’a

Fotografía: © Greg Semu

En las islas Samoa el tatuaje o pe’a formaba parte de las ceremonias rituales que marcaban el paso de la adolescencia a la edad adulta. Hoy no existe una edad precisa para tatuarse, niños y niñas de nueve años puede llevar dibujado sobre su cuerpo un pe’a completo.Tatuarse exige un proceso extremadamente doloroso que implica sesiones prolongadas de trabajo minucioso.  El dolor forma parte esencial para su elaboración  y su duración puede variar entre una semana o varios meses. Una vez el tatuaje ha sido iniciado, debe acabarse por completo; una tarea no concluida supone la vergüenza para el individuo y la deshonra para su familia. El tatuaje en Samoa se considera símbolo de madurez, valor, prestigio social y belleza. El cuerpo humano tatuado es portador de genealogía, historia y poesía.

Los tufuga tatatau o maestros tatuadores utilizan todavía las técnicas tradicionales : instrumentos de madera en forma de peine, con agujas afiladas unidas a un mango. Las puntas se impregnan con un pigmento negro extraído a partir del hollín de queroseno o del fruto candlenut y se introducen bajo la epidermis mediante golpes aplicados con un pequeño mazo de madera.

Existen cuatro tipos de peines: ‘au fa’atala o ‘au mono, para la elaboración de los puntos o diseños; el ‘au sogi ‘aso tetele, para las líneas gruesas; el ‘au sogi’aso laitiiti, para las líneas más finas; y el ‘au fapulu, para rellenar las áreas que aparecen completamente negras. Los instrumentos que se utilizan en el tatau son guardados por el tufuga en los tulama o cajones de madera.

Los diseños cubren el cuerpo, en el caso de los hombres desde arriba de las rodillas hasta la altura del ombligo, recreando sofisticadas e inconfundibles formas geométricas que representan elementos simbólicos de la vida diaria, de la cultura y de las tradiciones samoanas.

Aunque tatuarse exige a muchas familias enormes sacrificios económicos, la mayoría de los padres obligan a sus hijos a someterse a este ritual milenario, aunque  el número de jóvenes que desean tatuarse por voluntad propia ha incrementado de forma muy considerable como forma de expresión y orgullo cultural.  En Aukilani (Auckland / Aotearoa Nueva Zelanda) donde residen muchos polinesios originarios de Samoa, existen algunos expertos tufuga tata’tau que atienden múltiples peticiones de pe’a y malu La habilidad y destreza de los maestros tatuadores es reconocida a través de un complicado sistema de pago que que consiste en la presentación tradicional de esteras tejidas en pandano (Pandanus species), comida y otros bienes materiales tradicionales. Aquellos samoanos que ejercen como tufuga tata’tau en otros países, aceptan una forma de pago menos comprometida con la tradición, la cual se traduce en una elevada retribución de dinero en efectivo.

Tan sólo en las últimas décadas el ta’tau representa para los jóvenes samoanos,  una forma de rechazo a las transformaciones e influencias del mundo occidental también, como expresión  del orgullo cultural e  identidad  como individuo y pueblo. En la antigüedad tan solo los hijos e hijas de los jefes eran tatuados. Los tatuajes de las mujeres reciben el nombre de malu.

La leyenda cuenta que las hermanas gemelas Taema y Filifaiga de Manu’a (Amerika Samoa) nadaron hasta el archipiélago fijiano con el deseo de visitar a la hija del Tu’i Manu’a ( jefe de descendencia divina que gobernaba desde las islas sagradas del archipiélago de las Manu’a centro del universo, desde donde se creó Samoa) , quién se había casado con el Rey de Fiji. Allí aprendieron las técnicas del tatuaje de Tufou y Filelei.

A su regreso a Samoa, Filifaiga se estableció en Falealupo (Savai’i) convirtiendose en la diosa de la guerra Nafanua. Taema nadó hasta Tutuila para quedarse en Poloa (Amerika Samoa).

Al principio de los tiempos en Fiji era costumbre tatuar tan solo a las mujeres Taema, para no olvidarlo compuso una canción sin embargo, a su llegada a la Samoa Oriental ya no se acordaba de ella y recitó:

Tupu lei tane, tale tatau.
Tupu fafine , fanafanau.

«Cuando un varón crezca, tatuarlo.
Cuando una hembra crezca,
qué de luz a criaturas
» 
[1]

Desde entonces, el protagonismo del tatuaje recae sobre los hombres, aunque las mujeres tatúan sus muslos (malu) en una bella constelación de puntos que imitan las estrellas de mar y las medusas.

En Samoa i Sisifo existen tan solo dos familias distinguidas de tatuadores, los Su’a de ‘Upolu y los Tulouena de Savai’i. Actualmente, una tercera familia esta reclamando sus derechos históricos para poder practicar el arte del tatau. Suluape Alaiva’a Petelo pertenece a la ‘aiga o familia extendida de los Su’a, y es uno de los tatuadores con mayor reconocimiento tanto a nivel local como internacional. Iniciandose en 1976, ha practicado desde entonces el arte del tatuaje tradicional samoano alternando con su trabajo como profesor. Su hermano Paulo, reputado tatuador de fama internacional murió asesinado en 1999 en Aotearoa Nueva Zelanda. Petelo  quién vive en Australia y Lafaele, su otro hermano que reside en Samoa, son tufuga tatatau muy respetados.

Su’a Suluape Alaiva’a Petelo aprendió las técnicas de tatuaje de su padre, y ahora su hijo más mayor las aprende de éste, aunque no podrá hacerse cargo del au ( peine y mazo de tatuaje) hasta que sus otros hermanos hayan por el mismo proceso de aprendizaje que él.

Suluape posee sus propias ideas acerca del ta’tau y con ellas a formulado teorías muy controvertidas sobre su origen. Sin considerar la tradición oral de Taema y Filifaiga, el maestro cree que Fetu y Tulouena fueron quiénes introdujeron los instrumentos para elaborar los pe’a. Estas dos mujeres viajaron desde Samoa hasta el archipiélago de Manu’a (Samoa Oriental) y desde una aldea llamada Fitiuta («Fiji tierra adentro«) en la isla de Ta’u, trajeron consigo todos los elementos necesarios para tatuar.

Suluape cree al mismo tiempo, que los habitantes de la bella y remota isla de Ta’u, donde la antropóloga Margaret Mead llevó a cabo sus estudios de campo en la década de 1920, podrían ser los descendientes de Las Tribus Perdidas de Israel que habrían emigrado atraves de Indonesia y Melanesia hasta llegar a Samoa. Para sustentar sus teorías apunta a la similitud que existía en el plano religioso, entre las antiguas creencias samoanas y el cristianismo aportado por los misioneros, de  ambas se desprendía la predicación de la hospitalidad el respeto y el amor.

Según propias palabras de Suluape, llevar a cabo un pe’a con instrumentos modernos no es lo adecuado, como tampoco lo es dejar un tatuaje a medias. Una vez el individuo se ha decidido a llevarlo a cabo, ya no hay vuelta atrás, es inconcebible; las consecuencias serían terribles para la familia (‘aiga), una verguenza difícil de soportar. En Samoa las acciones individuales ya sean  buenas o malas, recaen sobre la familia entera.

Para que un pe’a sea perfecto las líneas tienen que ser finas y precisas. Si se penetra la piel en profundidad, la tinta elaborada a partir del hollín del fruto Aleurites moluccana  o del keroseno puede expandirse y arruinar el tatuaje. Suluape emplea un peine confeccionado con colmillos de cerdo que ha sido previamente trabajado por él, con la sola utilización de un cuchillo. Sus puntas son casi tan afiladas como los de una cuchilla de afeitar y se van introduciendo profundamente bajo la piel al golpear con la ayuda de un bastoncillo el mango de un pequeño rastrillo. La destreza de los tufuga tata’tau es proverbial.

Ayudados en todo momento por dos asistentes que han pasado previamente por el ritual, estos estiran la piel del soga’i miti o persona a tatuar a fin de que el trazo sea perfectamente limpio. El maestro tatuador encadena líneas curvas, rectas y puntos con gran rapidez, precisión y seguridad.

Cuando la ceremonia del tatuaje llega a su fín, su éxito es celebrado con gran alegría. Se inicía con una plegaria de acción de gracias a Dios, cubriendo el cuerpo del soga’i miti con aceite de coco e incitandole a bailar danzas tradicionales como acto de exhibición de la obra de arte que ahora su piel es portadora. Más tarde, se parte un huevo sobre la persona recién tatuada, hecho que simboliza el nacimiento de una nueva persona, un individuo ya maduro que ha demostrado con creces su coraje.

Texto: Tangata O Te Moana Nui
© Copyright by Tangata Pasifika 2009. Todos los Derechos Reservados

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