Antoni Pujador y la Isla de Pascua (I)

Construcción de entidades nacionales en el Pacífico.
Antoni Pujador i Estany
(1948-1993)

Su intervención en la política de defensa de los derechos históricos de Isla de Pascua
como miembro Portavoz del Consejo de Jefes Rapanui 

Centro de Estudios Históricos Internacionales.
Universidad de Barcelona

 Resumen

El presente artículo traza un semblante biográfico del que fuera miembro del Consejo de Jefes Rapanui, el catalán Antoni Pujador i Estany, de singular e interesante trayectoria como defensor de la identidad cultural de la Isla de Pascua y respetado activista de los derechos indígenas a lo largo de muchos años y hasta su fallecimiento en 1993. Sus restos descansan hoy en Pascua, en el cementerio de Hanga Roa.

INTRODUCCIÓN

El día 11 de agosto de 1993 moría en Barcelona, víctima de una enfermedad irreversible, el señor Antoni Pujador i Estany a la edad de 45 años. Con él desaparecía una persona muy conocida y querida en Isla de Pascua. Después de una veintena de viajes a esta pequeña isla chilena del Pacífico, había llegado a crear fuertes vínculos de amistad con influyentes familias locales, autóctonas y continentales. Tuvo un enorme ascendiente entre destacados dirigentes indigenistas isleños que pronto supieron apreciar y aprovechar sus dotes humanas. En especial, su gran capacidad de maniobra política en defensa de sus reivindicaciones políticas y culturales. Dotado de un verbo fluido y convincente, era temido y respetado por sus contrincantes debido a la vehemencia y la pasión con que exponía sus argumentos.

Alguien dejó dicho tras su prematura muerte que Rapa Nui se había quedado sin uno de sus más desinteresados y leales adalides fuera de los límites estrictos de la insularidad. Defensor de las etnias minoritarias, admiraba especialmente a aquellas que luchaban por preservar su personalidad diferenciada por la vía política. Su combatividad le granjeó incluso adversarios entre antiguas amistades. Llegó a ser considerado un «activista»de la causa rapanui en el sentido más estricto de la palabra, lo que le comportó que se le tildara de «subversivo» en ciertos momentos de crispación política. Lo que nunca admitió es que fuera conceptuado de antichileno pues tenía a esta nación hermana como su segunda patria. La prueba es que prácticamente todos los gobernadores que estuvieron destinados a la Isla desde 1974 le distinguieron con su amistad personal. Nunca puso en duda la legalidad constitucional de su anexión política a Chile desde 1888 de conformidad con el histórico «acuerdo de voluntades» establecido libremente entre el delegado chileno Policarpo Toro y los representantes tribales, los legítimos dueños de las tierras de Rapa Nui.

Asumió con toda dignidad, responsabilidad y disponibilidad el encargo de «portavoz» que le había confiado el Consejo de Jefes (o Ancianos) de Rapa Nui, organismo autóctono que representa la voz de las familias descendientes de los antiguos moradores polinesios. Su opinión fue escuchada, respetada y a menudo sus sugerencias fueron asumidas por los dirigentes de este ente representativo. Ellos se sirvieron de Pujador como medio para difundir a través de prensa, radio y TV de diversos países la voz de la comunidad pascuense y las directrices políticas forjadas en el interior la Isla.

Desde su propio domicilio barcelonés se diseñaron sonadas campañas mediáticas que dieron la vuelta al mundo. Creó una efímera organización cultural «Taina Rapa Nui» (Amigos de Rapa Nui) con sede en Barcelona y abierta a todo el mundo. La disolvió al integrarse como miembro fundador de la «Asociación Española de Estudios del Pacífico» en Madrid. Dejó esposa, Sra. Rosa Caffarena, y dos hijas, Tiaré y Rosa María. En cumplimiento de sus últimas voluntades, sus cenizas mortales fueron trasladadas al cementerio de Hanga Roa, en Isla de Pascua. Todas las referencias y citas literales han sido sacadas de la abundante correspondencia y otra documentación del Consejo de Jefes Rapanui conservadas en el archivo familiar.

Resumen biográfico (1948-1993)

Había nacido en Barcelona en el seno de una acomodada familia catalan muy arraigada en el medio rural con fuertes convicciones católicas. Recibió formación intelectual en las escuelas de la Salle de la misma ciudad natal. Llegó a cursar estudios de ingeniería técnica que relegó para dedicarse a la aviación civil. Fue uno de los comandantes de líneas aéreas más joven y con más experiencia de vuelo en España. Estuvo destinado en los aeropuertos de Madrid, Las Canarias, Málaga y La Seu d’Urgell (Lleida).

Finalizada su tarea como piloto profesional de líneas aéreas, se convirtió en un activo y eficaz director de exportación para diversas firmas de ámbito internacional con sedes en Barcelona y Lyon, respectivamente. Además probó suerte con éxito construyendo una pequeña empresa propia de exportación ya en los últimos años de su vida. Otra compañía limitada, más romántica que comercial, fue «Motu-Iti» en recuerdo de un bello y salvaje islote situado en el extremo sur-oeste de Isla de Pascua que había visitado por primera vez en 1974. Era una sociedad mercantil formada por Antoni Pujador y Pablo Teutsch a finales de 1978 y con sendas oficinas en Barcelona y Santiago de Chile. Su finalidad era producir y distribuir todo tipo de artículos turísticos tales como «souvenirs» y productos culturales relacionados con la Isla para su venta exclusiva entre los visitantes. Lo más relevante fue una serie de tarjetas postales de gran calidad realizadas por él mismo e impresas en Barcelona de las que se distribuyeron a millares. Se convirtieron en las «clásicas» vistas de los «moai» de Isla de Pascua, famosas en el mundo entero y muy apreciadas por los coleccionistas.

Fue un apasionado de los deportes de riesgo y un gran practicante del excursionismo pirenaico. Era muy joven cuando ingresó en el movimiento «boy scout» catalán, que se caracterizaba por una línea de pensamiento liberal y con un indudable componente de reivindicación catalanista. Todo ello le proporcionó una fuerte concienciación a favor de los diferentes movimientos políticos nacionalistas que surgieron en el Estado español durante el franquismo y la transición democrática.Nunca ocultó sus profundas convicciones políticas y se le llegó a identificar entre sus numerosas amistades españolas, chilenas y pascuenses como el catalán Toni.

Recién cumplidos los 16 años se había sentido irresistiblemente atraído por la alta montaña, en especial por la escalada. Fue en esta tan temprana edad que con otros compañeros escaladores organizó la «Operación 3000». Ésta consistió en efectuar la ascensión al Aneto y otros picos circundantes en los Pirineos. Poco tiempo después ingresaría en el barcelonés «Grupo Especial de Escalada» (GEDE) del prestigioso Club Excursionista de Gràcia, dedicado a la formación de escaladores de élite. Contaba con 17 años. No pararía hasta conquistar la mismísima cuna del Mont Blanch, el techo de Europa, con sólo 18 años. Se había convertido ya en un alpinista en el más estricto sentido de la [44] palabra. No abandonaría esta actividad tan arriesgada hasta que descubrió el fascinante mundo de la aviación.

 La misma pasión que demostró en la práctica de la escalada, en sus ansias de llegar a lo más alto posible, le llevó a obtener todos los títulos posibles como piloto de aviación civil española entre 1968 y 1975. Pilotó como comandante por todos los aeropuertos de Europa y África y con los más diversos tipos de aparatos de transporte civil. Y según parece condujo el último avión que repatrió personal no militar cuando el Sahara dejó de ser español. Por cierto que hay unas muy curiosas coincidencias entre Pujador y el gran aviador y escritor francés Antoine de Saint-Exupéry. El mismo nombre, la pasión por volar y una filosofía basada en componentes idealistas. Físicamente, un perfil parecido y una muerte a los cuarenta años. No en vano un viejo amigo le venía denominando «el Saint-Exupéry catalán».

Ya entrados los años 80 abandonó los mandos de los aviones para dirigir el departamento de exportación de importantes empresas de aceros inoxidables. Su gestión fue tan eficaz que pronto los productos industriales comercializados encontraron clientes tan alejados como en Australia, Nueva Zelanda, Polinesia Francesa, China y África del Sur.

Su pasión por la Isla de Pascua

Ésta fue su característica personal más distintiva. Ambos nombres van indisolublemente unidos para el círculo de amistades. ¿Cómo se produjo esta atracción tan irresistible? Fue en la lejana época de sus 13 años. Cierto profesor le había comentado el famoso libro «Aku-Aku, el secreto de la Isla de Pascua» que años antes había escrito el navegante y etnólogo noruego Thor Heyerdahl, fruto de sus fascinantes experiencias arqueológicas en la Isla en los años 1955-1956.

Fue tan fuerte el impacto que le produjo su lectura en los años mozos que no descansó hasta ponerse en contacto epistolar con uno de los «héroes» del libro, el padre Sebastián Englert, apodado por su propio autor como el «auténtico rey sin corona de la Isla de Pascua». Viajar a este «enigmático roquerío» -en las propias palabras de Pujador- se convirtió en el sueño dorado de su juventud. Pudo hacerlo realidad en 1974. Al primer encuentro con el mundo que tanto le había embrujado en su niñez, cayó hechizado de forma irremediable.

Operación Rapa Nui (1975)

A finales de 1974 regresaba de Isla de Pascua absolutamente impresionado y con unas irresistibles ansias de volver allí lo antes posible. Inmediatamente se puso en contacto con Antonio Ribera. Éste, a la vista del entusiasmo de Pujador y del fascinante material cinematográfico que trajo consigo, empezó a organizar lo que se llamó «Operación Rapa Nui». Ribera había encontrado las personas idóneas para una verdadera expedición científica. Él era un director carismático de probada experiencia, y el resto de componentes estaban dispuestos a comprometerse en esta empresa científica sin perder ni un solo minuto.

Pronto se terminaría el verano austral por lo que no podían demorar la partida. La inminencia del viaje le obligó a renunciar a nuevos contratos profesionales como piloto. Esto le permitió dedicarse plenamente a las tareas organizativas. Antonio Ribera, fundador del CRIS y experto mundial en temas ufológicos era el director oficial de la expedición arqueológica submarina. Por su mediación se consiguieron ventajosos tratos comerciales con empresas relacionadas con el submarinismo. Por su parte, Pujador obtuvo un trato de favor por parte de la compañía aérea chilena para el transporte del abundante material de los expedicionarios. La salida desde Barcelona tuvo lugar el 5 de marzo de 1975.

El equipo inicial catalano-balear estaba formado básicamente por los dos organizadores ya citados, ambos de Barcelona; además de Josep Mascaró Pasarius, menorquín y arqueólogo reconocido internacionalmente; Nöel Hermitte, buceador francés, Helgue Willems, alemán, submarinista profesional; y Fernando Calderón, santanderino. Una vez ya en su destino, se les unieron el asturiano Francisco Mellén Blanco, ya entonces un experto en temas de pascuenses, y el chileno residente en Isla de Pascua, Rodolfo Bravo Forster. La campaña científica se iniciaría a los pocos días de su llegada. Tenían planeadas actividades para un período no superior a los dos meses.

El programa previsto contaba con actividades arqueológicas, de exploración submarina y de investigación en las numerosas cavidades y galerías subterráneas, tan abundantes por ser el subsuelo de formación volcánica. Tenían interés en inspeccionar algunas cuevas situadas en peligrosos acantilados. Para esta arriesgada tarea por suerte contaban con la probada habilidad de Antoni Pujador, experto escalador y espeleólogo.

Desde la vertiente arqueológica, el equipo submarinista había previsto realizar inmersiones superiores a los 40 metros en diversas zonas del litoral en búsqueda de antiguos «moai» o estatuas colosales que se hubieran podido depositar accidentalmente a lo largo de los siglos. Bajo la dirección del arqueólogo Mascaró-Pasarius se llevaron a cabo minuciosas exploraciones en cavidades naturales de difícil acceso en búsqueda de objetos antiguos, tales como estatuillas de piedra, figuras antropomorfas de «toromiro» o las codiciadas «Kohau rongorongo», las clásicas tabletas de madera repletas de extraños signos de escritura. Los poquísimos ejemplares auténticos conocidos se conservan únicamente en museos muy alejados de su tierra originaria.

Lo que dio pábulo a fantásticas teorías divulgadas por la prensa, fue el hallazgo de unas enigmáticas perforaciones cilíndricas en acantilados volcánicos a cargo de Pujador en su incansable actividad espeleológica arriesgando su vida, practicando difíciles «rappels» en peligrosos acantilados. Se registraron y dibujaron numerosos petroglifos. Se cartografiaron algunas cuevas desconocidas hasta entonces, tarea en que intervinieron también Francisco Mellén y Rodolfo Bravo. El programa de excavación científica se vio interrumpido ya en sus inicios por una inesperada prohibición gubernativa a pesar de disponer de todos los permisos en regla. Sólo se pudieron practicar unas catas en terrenos propiamente arqueológicos en la casa-bote («hare paenga») que, según la tradición oral, había pertenecido al mítico rey Tuu-Ko-Ihu.

Transcurridos los dos meses previstos, cada uno de los expedicionarios retomó a su país de origen. Excepto Antoni Pujador y Nöel Hermitte que prolongaron su estancia por un tiempo. A Pujador le tocó el turno de reiniciar sus actividades en el mundo de la aviación comercial. A finales de junio del mismo año 1975 estaba ya incorporado a la base aérea de Las Palmas como piloto de aerotaxis para una empresa canaria. A mediados de 1976 fue trasladado a la base aérea de Málaga y fijó su residencia temporal en Torremolinos. Al año siguiente, fuera del ámbito de la aviación, trabajó como representante de otra empresa barcelonesa en la rama de la exportación de maquinaria pesada a diversos países de África.

En uno de sus múltiples viajes a Isla de Pascua, concretamente a finales de 1978, sufrió un aparatoso accidente de motocicleta que le tuvo ingresado en el hospital local una larga temporada. Lo que podía haber sido una tediosa hospitalización, teniendo en cuenta que se perdía unas magníficas vacaciones lejos de su país, se le convirtió en una de las experiencias más divertidas y apasionantes que nunca hubiera podido imaginar. Fuera porque era especialmente apreciado por los isleños, fuera porque contaba con buenas amistades influyentes, el caso es que su permanencia en el hospital de Hanga Roa no mereció más que elogios por parte del personal sanitario. Su carácter abierto y alegre había logrado el milagro. Durante muchos años en la Isla se recordaron con nostalgia las divertidas tardes pasadas en su habitación de enfermo. Su gran amigo el juez Orasmín Gillies le dijo en broma: «Antonio, cuando te den el alta, te sacarán a empujones porque no querrás irte». La gente sencilla de la Isla había conquistado definitivamente su corazón.

De todas maneras, no perdió el tiempo en banalidades. Antes de regresar a Europa -ya totalmente recuperado de la operación quirúrgica- y en colaboración con el ingeniero chileno Pablo Teutsch Monreal allí residente, dejó constituida la pequeña sociedad mercantil «Motu Iti» para la comercialización de artículos turísticos relacionados con Isla de Pascua. Estaba seguro de que ello le reportaría más quebraderos de cabeza que beneficios económicos [47] propiamente dichos. Pero, en fin, y según sus propias palabras, le serviría: «para mantener un vínculo más con la Isla de mis sueños».

El año 1980 fue especialmente difícil para él por causas políticas y laborales acaecidas en Las Palmas, por lo que se vio obligado a abandonar definitivamente el mundo de la aviación. No sin antes haber asistido en 1981 a la inauguración del aeropuerto de La Seu d’Urgell-Andorra como piloto y secretario técnico del mismo. Había puesto grandes esperanzas en este proyecto catalano-andorrano que bien poco duró. Además acababa de contraer matrimonio con la señorita malagueña Rosa Caffarena.

Sus aspiraciones profesionales en el mundo de la aviación civil se le habían cerrado al parecer definitivamente en 1982. Por lo que optó por regresar a Barcelona y entrar en una gran empresa de fabricación de elementos de fijación en acero inoxidable. Se le aceptó la petición como director de exportaciones, cargo que abandonaría por otro de semejantes características en el extranjero ya en los últimos años de su vida.

© Copyright 2008 Francesc Amorós i Gonell
Revista Española del Pacífico. Nº 11, Año 2000

Antoni Pujador y la Isla de Pascua (II)

 Artículo de interés:

Rapa Nui: Un mundo perdido al este de Polinesia : Entrevista a Francesc Amorós

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