Descubriendo las Islas Solomon: Anuta

Aunque se encuentra enclava en la Melanesia a 450 kilómetros al este de Santa Cruz, las gentes que habitan Anuta son de origen polinesio, sus antepasados llegaron desde Tonga y Uvea, en la isla de Wallis (Wallis & Futuna). Apartada de las rutas comerciales y turísticas, su geografía remota le ha permitido conservar más o menos de manera intacta usos y costumbres y el pueblo de Anuta junto a otras comunidades lejanas esparcidas a lo largo y ancho del Océano Pacífico, se mantienen como los grupos humanos más próximos a lo que podrían haber sido las sociedades polinesias antes de la llegada de los navegantes y exploradores occidentales. Nada que ver con la sofisticación de Bora Bora sustentada por la industria turística a su vez inspirada por los cantos y alabanzas de escritores y artistas, quiénes llegaron a Tahiti y sus Islas cuando apenas ya si quedaba rastro de aquella cultura milenaria.

Hace 30.000 años los antepasados de los melanesios ya estaban viajando desde su tierra natal Papua Nueva Guinea, hasta las Islas Solomon, sin embargo otro extraordinario movimiento humano cuyos orígenes se encontraban también en el Sudeste de Asia les alcanzaría, el pueblo lapita.

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En la costa occidental de la Grande Terre en Kanaky (Nueva Caledonia) los arqueólogos encontraron hace ahora más de 30 años, fragmentos de cerámica esparcidos por las dunas de la arena cercanas a la playa; desde entonces la misma cerámica ha sido descubierta en muchas islas melanesias (Nueva Irlanda, Nueva Bretaña, Papua Nueva Guinea, Solomon & Vanuatu). La tradición de loza se difundió, al mismo tiempo, por los archipiélagos de Tonga, Samoa y las lejanas Islas Marquesas. Todo ello permite establecer las migraciones oceánicas que abordo de gigantescas canoas de doble casco realizaron los pueblos que se cree fueron los antepasados de los polinesios: el pueblo lapita. Estos nómadas navegantes llegaron a Anuta en el 965 a.C.

El Capitan Edwards abordo del Pandora en su periplo oceánico a la busca de los amotinados de la Bounty se convirtió en 1791 en el primer europeo en visitar la isla. Pasados los siglos, sería tan sólo un pedazo de coral a merced de la labor misionera que se establecería a partir de 1916 y más tarde campo de trabajo de antropólogos, arqueólogos (entre Janet Gordon del Bernice Bishop Museum de Honolulu en 1971 y Richard Feinberg en 1972 y 1973) y viajeros ávidos de tierras lejanas.

La llegada a Anuta es ya de por sí una experiencia. No es nada fácil llegar hasta ella, el transporte marítimo es irregular y una vez en la isla uno puede arriesgarse a pasar meses enteros sin poder regresar a Honiara, la capital de las Solomon. A pocos kilómetros para alcanzar su orilla, en clavada en medio de la nada, uno ya toma conciencia del aislamiento que la rodea, la isla surge del océano como un auténtico oasis sorprendiendo al viajero que se plantea como los antepasados de los polinesios se las arreglaron para fundar, desarrollar y perpetuar una sociedad en los confines del planeta y en una tierra, aunque aparentemente paradisíaca, desprovista de los recursos naturales básicos en los que garantizar al cien por cien un asentamiento humano. Sin lugar a dudas es aquí donde reside la grandeza del pueblo de Anuta, y de la Polinesia en su conjunto.

Los suelos volcánicos de la isla son muy fértiles lo que permite a sus pobladores cultivar frutas (bananas, cocos y fruto del árbol del pan) y tubérculos (taro y mandioca) en tierras compartidas por unidades familiares lo que garantiza un cultivo suficiente que proporciona alimentos a cada familia. El taro forma parte de la dieta básica en Polinesia y muchas otras comunidades del Pacífico. Este tubérculo fibroso es enterrado en los llamados maa, agujeros que se encuentran esparcidos por toda la isla con el objetivo de preservar los alimentos durante largos períodos. En 2003 el ciclón Zoe arrasó con violencia Anuta arruinando los cultivos, sus habitantes sobrevivieron gracias a estas despensas naturales que proporcionaron la alimentación suficiente para sobreponerse al desastre natural.

El mar representa una importante fuente de proteínas cuyas capturas son del mismo modo, repartidas equitativamente entre la comunidad. La pesca tiene lugar en el arrecife de coral situado a corta distancia de la playa, allí se reúnen para pescar hombres, mujeres y niños. También lo hacen con redes y buceando a pulmón armados de arpones. Los peces más grandes son atrapados en altamar, más allá del arrecife y a bordo de canoas de batanga. Los pescadores son los únicos que de una forma u otra obtienen beneficios económicos de su actividad sobre todo aquellos que pescan tiburones en alta mar. A los escualos se les cortan las aletas, dejándolas secar al sol y más tarde son vendidas a los cargueros que pasan por la isla o los mismos pescadores se desplazan para venderlas en Guadalcanal.

Los misioneros llegaron a los enclaves más distantes del Pacífico, apenas ninguna isla, a pesar de su insignificancia, escapó a la labor evangelizadora En Anuta se acude a la iglesia dos veces al día y los lugareños expresan su fervor cristiano no tan sólo a través del canto litúrgico de una entrega seria y comprometida que probablemente evoque la adoración que tenían por sus dioses de antaño. No existen infraestructuras ni servicios médicos ya que la comunidad consideró que el ejercicio de la medicina y los medicamentos comprometían la fe.

A pesar de las apariencias la tradición se mantiene en los usos y costumbres. A los jefes se les muestra un enorme respeto y consideración y se siguen imponiendo tabú que regulan la convivencia social y la gestión de los recursos naturales. El concepto de Aropa expresa la preocupación, amor, afecto y compasión por el otro, al igual que ocurre en las sociedades polinesias de Hawai’i (‘aloha) y Aotearoa Nueva Zelanda (aroha). Una conexión particular que les une a los Tangata Whenua es el pikita que como el hongi maorí a través del frotamiento de las narices se inspira la esencia del otro.

Conservan los polinesios de Anuta la práctica de la navegación tradicional heredada de sus antepasados guiándose por las estrellas, las nubes, aves y corrientes marinas. El año pasado llego a Anuta una expedición internacional que trazó la ruta migratoria que siguieron los lapita, una navegación de 6000 kilómetros desde Filipinas a Melanesia a bordo de dos catamaranes construidos según la tradición polinesia y que fueron obsequiados a las gentes de Anuta y Tikopia en agradecimiento a la contribución histórica al desarrollo de la navegación. Anuta mantienen estrechos lazos tradicionales con Tikopia cuya población es también de origen polinesio.

En muchas comunidades del Pacífico los hombres más jóvenes se enrolan como marineros en buques mercantes labor que les permite enviar dinero a sus familias, sin embargo esta actividad también genera cambios graduales en forma de enfermedades e influencias exteriores basadas en el comportamiento social. Los desastres naturales en la forma de ciclones comprometen la supervivencia física de los habitantes de Anuta sin embargo la amenaza más evidente que se cierne sobre este rincón del Pacífico Sur es el cambio climático.

Las Islas Solomon están formadas por una doble cadena de seis grandes islas y muchas otras de menor tamaño entre las que se encuentran las islas de los archipiélagos de Otong Java, Santa Cruz, Duff y Roncador Reef ( nombre dado por el explorador español Alvaro de Mendaña) en 1568. Las tierras abarcan 29.785 kilómetros cuadrados en total y están situadas entre los cinco y 12 grados de latitud sur y los 155 y 170 grados de longitud este.El área marítima que abarca es de aproximadamente 600.000 kilómetros cuadrados.

Las islas principales son Choiseul, New Georgia, Santa Isabel, Guadalcanal, Malaita y San Cristóbal, y sus respectivas longitudes oscilan entre los 145 y los 200 kilómetros. La más grande es Guadalcanal, tiene una superficie de 5.650 kilómetros cuadrados y en ella se encuentra la capital Honiara, situada a 2.575 kilómetros al noroeste de Australia y a 1600 al este de Port Moresby (Papua Niugini). La cumbre más elevada es el Mt Makarakombou (2.447 metros) que se haya en Guadalcanal, si bien todas las islas son en general montañosas y accidentadas. Las únicas llanuras costeras de cierta extensión se sitúan en la parte noroeste de Guadalcanal. Muchas de las islas menores que se encuentran en el exterior y los atolones son de formación coralina. Todas las islas mayores tienen ríos cuyos cursos salvan grandes alturas.

Las Islas Solomon han estado habitadas de forma ininterrumpida desde hace más de 3.000 años. Se cree que los primeros pobladores se trasladaron al sur desde Papua Niugini, país con el que se conserva una estrecha relación étnica. El primer europeo en avistar estas islas del que se tiene noticia es el explorador español Alvaro de Mendaña, que llegó en febrero de 1568. Este navegante y explorador llamó Santa Isabel a la primera isla grande y montañosa que vio. Mendaña buscaba las legendarias islas perdidas del Rey Solomon, y desde la época de su expedición se dio el nombre de Islas Solomon a este archipiélago melanesio. El segundo viaje de Alvaro de Mendaña, en 1595, le condujo hasta las Islas Ndeni, a las que rebautizó con el nombre de Islas Santa Cruz. Se intentó establecer una colonia, pero las disensiones internas entre los miembros de la expedición, los conflictos entre los habitantes y las muchas muertes producidas, incluida la del propio Mendaña, hicieron que todos los esfuerzos fueran inútiles y los supervivientes de la empresa se marcharan con rumbo a las Filipinas. El nombre de Guadalcanal se debe a Pedro de Ortega, nacido en la localidad sevillana de Guadalcanal, quién fue maese de campo de Mendaña. Originalmente la isla se llamaba Gaumbata. Malaita fue bautizada como isla de Ramos por coincidir su descubrimiento con esta fecha religiosa.

En 1.606 otra expedición española encabezada por el portugués Pedro Fernández de Quirós permaneció durante algún tiempo en las islas más orientales del archipiélago Duff, y en 1616 y 1643 los holandeses Schouten y Le Maire y Abel Tasman, respectivamente, mencionaron sus visitas a varias islas pequeñas y más alejadas.

A finales del siglo XVIII hubo una serie de exploradores como Carteret, Bougainville y Surville que dejaron testimonio de su paso, dejando nombre europeos en algunas de las islas. Pero puede que el visitante más destacado de finales del siglo XVIII fuera el francés La Perouse. Su expedición desapareció cuando navegaba en dirección a Botany Bay en Sydney, Australia. En investigaciones posteriores se descubrió que se habían visto obligados a permanecer en Vanikoro después de que sus naves naufragaran en los arrecifes cercanos.

La pauta del interés europeo en el Océano Pacífico – exploradores y navegantes seguidos de misioneros a su vez seguidos de comerciantes – se mantuvo también en las Solomon. A mediados del siglo XIX la orden francesa de los Maristas intentó establecer una base en San Cristóbal, pero fue expulsada por los asesinatos y la malaria. La Misión Melanesia de la Iglesia de Inglaterra empezó a introducirse cauta y gradualmente durante la década de 1.850, aunque con escaso éxito visible hasta veinte años después. Esta iglesia sigue siendo hoy día la confesión cristiana dominante en las islas.

Las actividades de los traficantes de esclavos (blackbirders) que buscaban mano de obra destinada a las plantaciones de la caña de azúcar en Fiji y Queensland (Australia) produjeron finalmente un cambio político. Se calcula que aproximadamente unos 29.000 isleños fueron víctimas de este cruel comercio. El creciente conocimiento publico de este tráfico de esclavos y sus consecuencias hizo finalmente que Inglaterra declarara en protectorado en las islas.

Entre 1.893 y 1.900 casi todas las islas que conforman este archipiélago melanesio pasaron a estar sometidas a la jurisdicción del Alto Comisario para el Pacífico Occidental de Fiji, y las adiciones posteriores fueron resultado de un acuerdo con Alemania, que había dado muestras de sus tendencias colonialistas en la región. Inglaterra renunció a reclamar la parte occidental de Samoa a cambio de que los alemanes se retiraran de varias grandes islas septentrionales de Solomon. El establecimiento de grandes plantaciones por parte de empresas extranjeras fue de la mano con la declaración del Protectorado Británico de las Islas Solomon. Ya en la década de 1940 las grandes influencias en la economía correspondían a Lever’s Pacific Plantations Ltd, Burns Philip & Co y a W.R. Carpenter & Co Ltd, todas ellas conocidas a lo largo y ancho del Pacífico.

El modo de vida colonial cambió de forma inmediata en 1.942 con la Batalla del Mar de Coral entre las fuerzas aliadas y los japoneses. Durante casi dos años las islas fueron el escenario de algunas de las luchas más encarnizadas de la Segunda Guerra Mundial. Cuando por fin se recuperó la paz en 1.945, los administradores se dieron cuenta de que los efectos de la guerra eran algo más que una tierra y un pueblo devastados. Las gentes de Solomon empezaron a prestar apoyo a una serie de grupos que se revelaban contra el antiguo sistema colonial. Algunos de estos grupos fueron promovidos por líderes carismáticos que sólo buscaban su propio interés, y otros trataban de conquistar la independencia.

Desde 1946 y hasta la década de 1976 los administradores civiles fueron introduciendo gradualmente en el sistema de gobierno cambios que coincidían con la pérdida del interés colonial de los británicos. En 1.970 una nueva Constitución reunía en un solo consejo de gobierno a los cuerpos legislativo y ejecutivo. Este consejo se reunió por primera vez en julio de 1.971. En 1.974 la modificación de la Constitución introdujo un sistema ministerial encabezado por el primer ministro y un gobernador general en calidad de representante de la Reina de Inglaterra y por tanto Jefe de Estado. A mediados de 1.975 se cambió oficialmente el nombre del país por el de Islas Solomon, desaparecían las palabras “protectorado” y “británico”. A principios de 1976 el país se convirtió en estado autónomo y el 7 de julio de 1.978 se declaró la independencia. Desde entonces la situación política fue estable en general, aunque los cambios de primer ministro han sido muy frecuentes y en estos últimos años el archipiélago ha sufrido una terrible guerra civil.

8 comentarios sobre “Descubriendo las Islas Solomon: Anuta

  1. Excelente articulo.Una sola correccion: el termino maori de AROHA es Hongi,que es respirar la esencia del otro, no Hangi que es la manera de cocinar en tierra. Un abrazo a traves del mar

  2. Muchas Gracias, un pequeño desliz entre tantas palabras. Un abrazo desde Te Moana Pasifika para ti también!

  3. me ha encantado ese ejemplo de cuidar los recursos que se tienen y repartir equitativamente sus beneficios, de gran valor lo que nos dan los anuta

  4. IMPRESIONANTE VER COMO ESAS PERSONAS HAN PODIDO SOBREVIVIR EN ESAS LEJANIAS, CULTURAS QUE EL MUNDO DEBE PRESERVAR COMO UN LEGADO PARA LAS NUEVAS GENERACIONES

  5. Y aquí en occidente, nos preocupamos por una vestimenta, por un aparato, por un «smartphone».. El consumismo, cuando me dicen que se acabará el mundo en el 2012, ¿y cómo no?

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