“… Y todo en el mismo ritmo. Sus hombros vibran y dibujan con precisión la danza. Lanza crescendos emocionados. Incita al baile. Las parejas tristes, indiferentes miran. Sin convicción, se forma la ronda. Allí Terii Farani, en tapa blanca, coronada de grandes flores blancas, la nariz ligeramente aguileña, de curva orgullosa, los ojos palpitantes, la boca fina y bella y con el hermoso talle arqueado, se decide a dar el ejemplo.
Los pies marcan con vivacidad, pasos muy pequeños. Las caderas se mecen bajo el toso inmutable inmóvil. Los brazos ondulan, se balancean; las manos, a veces, vibran. Antes de embriagarse – pues nosotros mismos dentro de un rato, le brindaremos ampliamente posibilidad de ello – esta mujer es realmente bella.
Luego, enlazada por un tane, su mano sobre el ancho hombro, la otra unida a la del hombre de la misma especie, en posición exacta de nuestro vals europeo, simula nuestros bailecitos menudos, nuestras frágiles polcas de porcelana, insuflándoles sus bellos gestos, sus bellas líneas y toda la “gracia grandiosa” de su raza. ¡ Y pienso qué terriblemente ridículas serían las poses de una francesa que, intuitivamente, sin práctica, quisiera imitar un solo paso indígena! Esta mujer es simplemente bella …”
Journal des îles
Victor Segalen