Antes de la llegada de los occidentales el Valle de Kahana en la isla hawaiiana de O’ahu contaba con una compacta y significativa población. El marisco y la pesca eran abundantes, los arroyos y las lluvias proporcionaban agua fresca y se cultivaba el taro, (Colocasia escuelenta) tubérculo fibroso que forma y parte importante de la dieta de los polinesios, mediante sofisticados sistemas de irrigación.
En tiempos en que Rey Kamehameha unificaba politicamente el archipiélago y en la década de 1800, la población hawaiiana se contemplaba así misma al borde de la extinción. La enfermedad asoló el valle, la naturaleza salvaje aplacada con el cultivo de la caña de azúcar y más tarde el uso militar como centro de entrenamiento durante la Segunda Guerra Mundial parecían presagiar no tan solo el fin de un modo de vida, también el de una naturaleza que se había mantenido intacta durante siglos. Hoy el valle pertenece al gobierno de Hawai’i y actúa como el Parque Estatal de Kahana, procurando la conservación natural y los enclaves de significación cultural hawaiiana.