Las 18 toneladas de basura que cubren la isla deshabitada de Henderson convierten ese remoto territorio británico en el Pacífico Sur en el de mayor densidad de desperdicios producidos por el ser humanos del planeta.
Redes y boyas de pescar, cascos, mecheros, cepillos de dientes y envases de plástico forman parte de los desperdicios, aunque la mayoría son `objetos sin identificar de los algunos solo miden un milímetro´, explicó a Efe Jennifer Lavers, del Instituto de Estudios Marinos y Antárticos de la Universidad de Tasmania.
Lavers participó en el estudio que la ONG ecologista británica RSPB llevó a cabo en Henderson y que constató la presencia de 671 restos de basura por metro cuadrado en la isla, el más alto índice del globo, según la revista científica Proceedings de la National Academy of Science.
En el informe se calculó además que unos 3.570 deshechos llegan a sus costas diariamente, pese a que sus playas formen parte de a la Lista del Patrimonio de la Humanidad de la Unesco. Despojos de Japón, China y Estados Unidos, pero también de Chile, Ecuador y Perú o de países más alejados, como Alemania, Francia, España y Reino Unido, acaban en esa isla que forma parte del archipiélago británico de Pitcairn en Polinesia.
La experta pronosticó que la contaminación en Henderson y en el planeta se agravará en el futuro por el cambio climático y el calentamiento global y originará `que muchas de las corrientes que conocemos cambien en la dirección, profundidad o velocidad ´. Estas modificaciones causarán cambios en la acumulación del plástico en los próximos años, `lo que puede exponer a los mismos problemas a nuevas comunidades de especies de otros lugares´, precisó Lavers, que instó a los gobiernos del mundo a gestionar mejor la basura y compartir sus conocimientos con las naciones menos desarrolladas.
Los científicos calculan que más de 300 millones de toneladas de plástico se produjeron en 2014 en todo el mundo, mientras que en la década de 1950 la producción mundial no llegaba a los dos millones de toneladas.
El plástico que no es reciclado flota y tiene un período de vida bastante largo, una situación que pone en peligro las más de 200 especies que habitan en los océanos, entre ellas peces, invertebrados, mamíferos y aves. Los restos de plástico representan un peligro para muchos animales que se enredan en ellos o los ingieren, además de que también pueden acabar en las orillas de las playas formando barreras que impiden el paso de las tortugas marinas.