En Papúa Nueva Guinea, la tragedia sigue en silencio. En la provincia occidental de esta nación melanesia, muchos aldeanos sufren de desnutrición severa debido a la sequía causada por El Niño. Prácticamente no han recibido ningún tipo de ayuda de las autoridades locales o internacionales. Sally Lloyd, hija de una pareja de misioneros australianos y criada en un poblado del Middle Fly, regresó hace pocas semanas de una expedición a Mougulu, misión de difícil acceso enclavada en la selva y con ella trajo conmovedoras imágenes de niños de piernas raquíticas, costillas marcadas y el vientre hinchado. Se las mostró al gobierno de Papúa Nueva Guinea quién admitió que a pesar de la promesa hecha hace ya cuatro meses, todavía no ha la llegado ayuda y los alimentos tan necesarios para estas comunidades rurales.
La australiana forma parte de una red de líderes eclesiásticos, académicos y comunitarios que presionan a los gobiernos de Australia y Papúa Nueva Guinea y al Programa Mundial de Alimentos para dar una respuesta de emergencia. en estos momentos, la única solución es entregar los suministros que permitan alimentarse a los habitantes de estos remotos poblados por vía área, sin embargo la mayoría de las pistas de aterrizaje son impracticables y el gobierno no aún no ha encontrado los fondos necesarios para combatir una crisis alimentaria en cierne que amenaza distintas provincias.
Lloyd ha podido ver como los lugareños comían una clase especial de arcilla, la misma que comen algunas aves y otros animales cuando no encuentran alimento. La parten y la mastican para sobrellevar la sensación de hambre y como ayuda en el caso de que se sientan enfermos. La misionera permanece en contacto con los habitantes de los alrededores de Mougulu, y dice que la situación se ha deteriorado desde entonces.
No hay nada más que llevarse a la boca. Las condiciones climáticas extremas provocadas por El Niño han devastado los cultivos, las fuentes de agua potable, ya de por sí muy escasas, está contaminadas o agotadas por completo; el suministro de alimentos en los comercios, de combustible y la asistencia sanitaria no existen. Se han registrado casos de lepra y complicaciones gastrointestinales severas y potencialmente mortales en algunas aldeas. Se sospecha incluso de casos de cólera y fiebre tifoidea. Poblaciones que habitan comunidades aisladas enclavadas en el norte y oeste del país, de accidentada geografía, están soportando las peores consecuencias derivadas del clima extremo. Estas aldeas están a muchos días de camino a través de la selva tropical de las principales poblaciones y son accesibles tan sólo guiando embarcaciones por los cursos fluviales o contratando vuelos chárter.