Auckland, capital de Polinesia

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Los libros Polynesian Festival & Pacific  Auckland de la fotógrafa samoana Evotia Tamua presentan una perspectiva que es para muchos  viajeros desconocida;  esta no es otra que el marcado   carácter polinesio de Auckland (Aotearoa Nueva Zelanda)  reflejándose,  entre otros muchos aspectos,  en  celebraciones como el PolyFest, el Auckland Secondary Schools Maori and Pacific Cultural Festival , el Style Pasifika o el exótico y  colorista Otara Market. Esta es   la urbe que acoge a la mayor comunidad polinesia del mundo y desde  Karangahape Road hasta  las  calles de  los suburbios de  Mangere, Ihumatao o Henderson; los rostros polinesios se suceden impregnando el paisaje urbano con su distintivo estilo de vida.

Cada  comunidad con sus iglesias, centros sociales y culturales  insisten sus miembros,  en perpetuar en  el difícil entorno urbano  la lengua, las artes, artesanía , oratoria y ceremonias  heredadas de sus padres en las lejanas islas del Pacífico Sur. En la actualidad, y por poner tan sólo  un ejemplo, vive más gente originaria de Niue en Aotearoa  Nueva Zelanda  que en su propio lugar de origen. Auckland, es la  `Capital de la Polinesia´y como tal acoge del mismo modo, a gentes procedentes de Samoa, Islas Cook, Tokelau, Tuvalu, Niue aunque también y , en menor medida, de  las islas melanesias de Fiji, Vanuatu, Islas Salomón y otros rincones de la  Micronesia.

Rarotonga en el archipiélago de las Cook, fue según la tradición el lugar de partida de la Gran Emigración o Heke. Desde esta hermosa isla de la Polinesia, que la historia y la leyenda refirió como ‘Avaiki o la patria espiritual del pueblo polinesio, es desde donde las siete canoas ancestrales largaron amarras en el año 1350 rumbo a Aotearoa…   El País de la Larga Nube Blanca . Esta ola migratoria no tan sólo impregnó de carácter polinesio los fríos y bellos paisajes que una vez descubrió el héroe mitológico  Kupe  al mismo  tiempo supuso el impulso colonizador y  definitivo de un pueblo a la búsqueda de nuevos horizontes en donde asegurar su supervivencia; originarios de islas amenazadas por las luchas de poder,  la guerra, la escasez de tierras y la falta de recursos o lideradas por la inquietud y el espíritu de descubrimiento de hombres de mar valerosos.

Para los polinesios, el hecho de vivir en los suburbios de grandes ciudades como Auckland o Wellington no implica necesariamente la renuncia a  su propia identidad, sobre todo en comunidades tan numerosas como la de Niue, Samoa y Tokelau donde la preservación de la herencia cultural es de prioridad absoluta entre sus miembros dirigentes de mayor edad. Sin embargo la tarea no es fácil, sobre todo para unos  jóvenes que en ocasiones se encuentran atrapados entre dos mundos opuestos y exigentes. El equilibrio  es difícil … No cabe duda de que Aotearoa Nueva Zelanda es ya una sociedad pluriracial y cultural y dentro de esta, la llamada taha māori o `dimensión māori´   junto  a la perpetuación, desarrollo, mantenimiento  de los valores tradicionales  característicos de las sociedades polinesias;  además de la  gradual adaptación a la modernidad para conceder un necesario dinamismo para garantizar la supervivencia de usos y costumbres ,  demuestran que la presencia polinesia ha traspasado fronteras que años atrás parecían infranqueables. Hoy esta se asienta en las esferas del arte, la cultura y la vida cotidiana dando un sentido de orgullo a la comunidad insular del Pacífico.

Desde los años setenta hasta la década de los ochenta puede decirse que  con destino  a Aotearoa Nueva Zelanda  tuvo lugar otro Heke  aunque en esta a ocasión, provocado por la presión demográfica que en algunos casos resultó insoportable en territorios de recursos tan limitados como Tokelau o Tuvalu. Familias enteras y  aldeas al completo, como ocurrió en el caso de Niue, multitud de polinesios  dejaron atrás y para siempre  sus  islas natales. Los  efectos derivados  del calentamiento global , cada vez más frecuentes; las severas condiciones climáticas  como   huracanes,  ciclones , lluvias torrenciales  e inundaciones  o simplement   el deseo de nuevas perspectivas económicas y sociales,  no han hecho más que incrementar  en los últimos años estos  flujos migratorios;  aunque hay que señalar que la bonanza de la economía, aunque esta sufra altibajos derivados de las crisis financieras mundiales, algunos de los descendientes de aquellos que emigraron décadas atrás  regresen a las islas para crear establecimientos hoteleros y negocios. La huida de la juventud es otro factor a tener en cuenta en unas sociedades que mantienen un fuerte control social sobre sus miembros y que limitan de forma particular las aspiraciones personales y vitales de los más jóvenes

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