El atolón de Kayangel, en la República de Palau , fue el jueves pasado totalmente arrasado tras el paso del super tifón Haiyan, antes de alcanzar Filipinas y sin que la prensa internacional, más allá de la región, se hiciera eco de la noticia. Situado a 24 kilómetros al norte de Koror, está habitado por unas 140 personas cuyos hogares han sido en su mayoría destruidos por la fuerza de la tormenta. No ha habido que lamentar heridos o victimas graves, aunque si han tenido que ser evacuadas un centenar de personas y declararse el estado de emergencia. La Cruz Roja local y el gobierno distribuyeron alimentos y agua potable, según declaraciones del primer asistente del presidencia, Keobel Sakuma, algunas comunidades carecen de suministro de agua potable. Hasta el momento se ha restablecido el 80% del suministro eléctrico. Se cuestiona si el atolón de coral, será capaz de volver a acoger a su población. Del mismo modo, en la capital de la república micronesia, Koror, y en la isla de Babeldoab, los daños materiales han sido considerables. Las primeras estimaciones elaboradas por las autoridades locales dan cuenta de un total de trescientos edificios dañados y destruidos por vientos que alcanzaron más de 300 kilómetros por hora. Thomas Esang Remengesau, Jr, presidente de Palau, ha declarado a Radio Australia que las islas nunca antes habían sufrido la fuerza destructiva de los tifones, sin embargo y como consecuencia del calentamiento global, el archipiélago ha sufrido dos en menos de doce meses. Ls meteorógogos preveen la formación de un ciclón en el suroeste de Yap, en los estados Federados de la Micronesia, y que podría dirigirse a Palau y las Filipinas.