Cada nombre tiene un sentido, un simbolismo que le es propio, la noción de ombligo, aún hoy día utilizada en Isla de Pascua, posee raíces muy profundas. En esta isla, que está tan alejada de toda tierra habitada, los pascuenses se dieron cuenta de que el lugar más próximo al que se encontraban era el cielo. Qué lugar si no, aparte de una pequeña porción de de tierra y un océano que se pierde ante la vista, podía llamar su atención. El cielo, morada de Make Make, poblado de historias y leyendas, de antepasados y de niños por venir ! Este cielo, donde el Dios creador era omnipresente, formando parte de la vida cotidiana de los pascuenses. A pesar de que conocían la existencia de otras tierras como Hiva, pátria del rey Hotu Matu’a, consideraron su isla un enclave privilegiado que unía la tierra al cielo, como un hilo, una entrada, un pasaje que conducía de un mundo material hacia un mundo cósmico y espiritual.
Para los pascuenses, el hombre era la imagen del universo. Y su isla, un ser vivo. Esta y sus habitantes, formaban parte de ese gran Todo. A los ojos de nuestros antepasados el hombre, como la naturaleza, poseía “lugares comúnes” donde convergían las fuerzas del cielo y de la Tierra. Uno de estos, de relevante significancia, estaba situado al nivel del ombligo. Actuaba como centro de entrada del mana, estableciendo la unión entre el Hombre y el Cosmos. El mana fue y continúa siendo una energía sagrada. Aquello que era verdadero en el hombre, lo era también de su tierra. Así, la isla aislada en el océano se encontraba conectada con las fuerzas invisibles del Taato’a es decir, todo el universo. La llamaban Te Pito O Te Henua, El Ombligo del Mundo. Esta idea se centraba entorno a una piedra: Te Pito Kura, llamada por su forma redonda “ el ombligo del mundo”. Esta, situada no muy lejos de Hanga O Honu, en la Bahía de la Pérouse, y continúa siendo un enigma para muchos….”
Île de Pâques: A la rencontré du Mana de François Le Calvez, Daniel Monconduit & Patrick Van Den Heede, con fotografías de Daniel Monconduit (Albin Michel Éditions)
Este libro es un llamamiento. Un mensaje a la Humanidad, la Isla de Pascua, isla del fin del mundo, nos recuerda la impotancia de la Paz y la Libertad. Este mensaje no es sólo pascuense, es universal. Los autores de esta obra reivindican aquello que es esencial en cada uno de nosotros.
Paul-Emile Victor