Las Islas Salomón son el país más pobre del Pacífico Sur. Tras la guerra civil que se inició en el año 1998 y tuvo su fin a principios de la presente década, este archipiélago melanesio ha experimentado serios problemas económicos que han derivado en el aumento del nivel de pobreza y desempleo. La vulnerabilidad de las islas ante los embates de la naturaleza, en forma de ciclones y tsunamis, contribuye negativamente a la hora de garantizar el bienestar de sus ciudadanos. En este contexto y a pesar de que las autoridades locales se esfuercen en revisar la legislación para garantizar sus derechos fundamentales, la situación de los niños deja mucho que desear. Tan sólo un número reducido de familias disponen de un seguro médico y de otros beneficios relacionados con la seguridad social. Del mismo modo, sólo una proporción muy pequeña de la población tiene en sus hogares acceso a la electricidad, el saneamiento y el agua potable. El nivel de pobreza es alto y muchos niños sufren las consecuencias.
La mayor parte de la población no asalariada es mayoritaria, residiendo la mayoría de sus habitantes en el medio rural y en muchos aspectos auto abasteciéndose; un ochenta por ciento de los trabajadores no remunerados trabajan en la agricultura de subsistencia; aunque en razón de su rápido crecimiento, existe un gran necesidad de aumentar las oportunidades de empleo y formación destinada a la población de jóvenes con edades comprendidas entre los 15 y 24 años.
La educación no es obligatoria, por lo que para los niños no existe una edad que defina la admisión a la escuela o la finalización de sus estudios de primaria. El resultado es que al menos entre un 20% y un 25% veinte de aquellos individuos que se encuentran en edad escolar, no reciben ninguna educación. Un 30% deja la escuela primaria antes de hora por lo que la explotación laboral infantil se nutre del abandono escolar. El número de niñas matriculadas en educación primaria es inferior al de los niños, disminuyendo considerablemente su participación en la educación secundaria. Los profesores cualificados son muy escasos; del mismo modo existen diferencias significativas entre las distintas islas en tanto en cuanto a la calidad educativa y el número de niños que atienden las escuelas. Debido a la falta de recursos financieros, algunos hospitales han cerrado sus puertas; la protección y el acceso a los servicios sanitarios no están garantizados para la población infantil.
Los adolescentes se muestran muy vulnerables ante las enfermedades de transmisión sexual y las niñas no se encuentran protegidas contra el riesgo de embarazos no deseados. No existe política o estrategia para abordar los problemas sanitarios, incluyendo la salud mental de los adolescentes. El abuso del tabaco, el alcohol y otras sustancias perjudiciales para la salud se encuentra ampliamente extendido entre la juventud.
La edad mínima de responsabilidad penal se sitúa en los ocho años, una edad excesivamente prematura para que en términos de justicia se garantice la protección de los menores. En el archipiélago no se encuentran centros de detención destinados exclusivamente a los menores delincuentes, por lo que estos pueden ser fácilmente encarcelados junto a presos adultos. En lo que se refiere al trabajo infantil, la edad mínima se sitúa a muy bajo nivel, ya que es posible que un niño se inície en el mundo laboral a partir de los 12 años De hecho, muchos menores de 15 años lo hacen en condiciones muy precarias y durante muchas horas. Esta es una práctica común que impide escolarizarse a los menores. La extrema pobreza de muchas familias obliga a emplear a los menores y el número de niñas que ejercen de asistentes domésticas es muy elevado, en ocasiones ejerciendo su labor dentro de la misma familia extendida
Según datos de la Organización Internacional del Trabajo (OIT), el trabajo infantil afecta al 24% de los niños con edades entre los diez y catorce años lo que se convierte en uno de los problemas más graves a los que se enfrentan las Islas Salomón. Como resultado de la pobreza de sus familias los niños de ambos sexos están expuestos a la prostitución. Existen muy pocos datos sobre el número de menores explotados sexualmente, como tampoco existe ninguna institución que se haga cargo de ellos. La policía no recibe orientación alguna acerca de su papel con respecto a la situación. Los niños se ven obligados a vivir en las calles, expuestos a la violencia sexual y los abusos, perpetrados incluso por miembros de la policía. Del mismo modo son vulnerables al consumo de sustancias tóxicas, enfermedades de trasmisión sexual y desnutrición. El castigo corporal, permitido por la ley, es una práctica generalizada en las familias, como también lo es en escuelas y prisiones. No es obligatorio denunciar los casos de abusos a menores y no existe ningún procedimiento para presentar una queja. Tampoco hay centros de acogida ni prestación de servicio alguno para garantizar las necesidades de las víctimas.
Otro motivo de preocupación es la violencia de género tanto física como sexual y provocada tanto por la familia inmediata como extendida. Los actos de violencia ante la presencia de los niños, quedan impunes, en el caso de las Islas Salomón, las prácticas culturales se muestran contrarias a los intereses de estos: El matrimonio se produce a edades tan tempranas como a los quince años, un 3% de los niños se casan a esta edad y los enlaces no necesitan de ningún certificado de nacimiento o cualquier otro documento que acredite la edad. El padre es el que tiene la última palabra a la hora de concertar el matrimonio, siempre relegando la opinión de las madres. La violencia de los maridos contra sus esposas parece ser un aceptado en un país donde un 70% de las adolescentes cree que bajo ciertas circunstancias, la violencia contra las mujeres está justificada.
De acuerdo a consultas e informes, auspiciados por Naciones Unidas y llevados a cabo en Honiara, capital del archipiélago, estos hacen referencia a jóvenes obligadas por sus padres a ejercer la prostitución. El problema se acrecienta en los campamentos madereros situados en Makira, Malaita y la isla de Santa Isabel. Tanto el gobierno como las organizaciones no gubernamentales que trabajan en programas relacionados con la difusión de las prácticas sexuales seguras, apunta el incremento de la prostitución entre adolescentes como consecuencia de las frágiles condiciones económicas de la nación. Las Islas Salomón han sido clasificadas como uno de los países de las Islas del Pacífico, con una de las tasas relativamente más altas de infecciones de transmisión sexual entre los adolescentes. Ante las escasas oportunidades de trabajo y el incremento del coste de la vida las jóvenes adolescentes recurren al sexo para conseguir dinero en efectivo; a pesar de que las autoridades han llevado a cabo campañas de sensibilización, los habitantes de las islas siguen sin modificar sus pautas de comportamiento. Ante la desesperación financiera no son pocos los padres que animan a sus hijas a ejercer la prostitución.
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