No debemos permitir que todos estos asuntos de la globalización, de la homogeneización, de la vulneración de nuestro territorio por parte del estado chileno, nos sitúe en un punto de no retorno, desde esta perspectiva mis sentimientos más inmediatos se traducen en una necesidad imperante de marcar nuestra propias señas, evitando que se desvíen hacia otro tipo de manifestaciones que pueden ser excluyentes o que caigan en la superficialidad, como podría ser la xenofobia injustificada o una expresión artística vacía de todo contenido.
Cuando en Chile empieza a conocerse la Isla de Pascua, esta aparece como una especie de paraíso particular en el Pacífico Sur, la versión chilena de Tahiti; por tal motivo y para que todo funcione según lo previsto, se aparta a las mujeres más ancianas que recitan los cantos ancestrales, para sustituirlas por jovencitas que con sus flores y danzas sensuales reemplacen el aburrimiento que se supone de todo aquello heredado del pasado.
Existen manifestaciones culturales que se han desarrollado de la mano del turismo, industria que ha querido implantar una forma de tradiciones musicales, especialmente marcadas por influencias tahitianas, samoanas, hawaiianas… y esta formula está funcionando en la isla con grupos folklóricos especialmente preparados para recibir y satisfacer a los visitantes. A pesar de todo esto, es interesante destacar aquellos otros rituales que se desarrollan en el entorno religioso y que se aproximan de una forma más clara a la cosmovisión arcaica.
Sin duda algunos empresarios turísticos organizan visitas a la iglesia a escuchar los cantos – himene hare pure, cuyo origen se encuentra en los cánticos europeos y que fueron traducidos al tahitiano por los misioneros, para abrir el camino de la evangelización) y la liturgia, especialmente los domingos sin embargo, por el simple hecho de ser una ceremonia católica existe una inclinación a excluirla de la esfera tradicional.
Muy pocos se dan cuenta de que tras este fervor cristiano hay una forma antigua de pensar, de ver la vida, de filosofía; de creer en un espíritu superior, en una vida en el más allá. En los velatorios he podido ver a los más ancianos dar la mano a los muertos y decirles: «cuando veas a tal persona dale mis saludos» … » cuando te encuentres con papá o mamá besales de mi parte«. Todo ello da una idea de la forma de concebir la vida desde el plano espiritual.
Cuando se llevan a cabo ceremonias, sobre todo en la Pascua de Resurrección, acuden muchas personas a la Iglesia, en estos momentos se puede observar detenidamente como cada una de ellas se desenvuelve, se comporta o actúa ante estos rituales; algo que sin lugar a dudas permite descubrir muchos elementos del pasado. Suelo mostrarme muy insistente con los jóvenes, y con todas las personas en general, para que recapaciten y echen una mirada a aquellos aspectos religiosos cristianos que hoy tienen lugar. Hay mucho que descubrir y por tal motivo no hay que tomar esta actividad como una simple misa, como puede suceder en Europa.
La actividad turística marca diferencias sociales que aquí en Rapa Nui resultan mucho más evidentes que en cualquier otro lugar. No todo el mundo dispone de los instrumentos necesarios para implicarse en esta industria y participar de los beneficios que esta genera. Hoy, en ocasiones se exagera la forma de marcar la identidad polinesia y esta deriva en muchas manifestaciones, algunos aparecerán más pintados – con takona o pinturas corporales – otros más tatuados pero lo importante, lo que cabe destacar es el sentimiento de pertenecer a un grupo étnico diferente, a ser un pueblo orgulloso de sus verdaderas costumbres y tradiciones: Queremos estar en este siglo, ser testigos del desarrollo tecnológico, de los avances de la humanidad; en todo lo nuevo que está llegando, aunque al mismo tiempo debemos debemos mostrarnos vigilantes, pues cuantas más novedades lleguen menos tradición o, posiblemente, menos probabilidades tengamos de expresarnos en nuestra propia lengua.
Texto: Julio Hotus Salinas Miembro del Consejo de Ancianos de la Isla de Pascua
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muy bueno
excelente artículo y totalmente de acuerdo con sus ideas, cuando uno desde afuera quiere saber del folklore Rapa Nui por ejemplo, consigue una cantidad de videos de bailes que son uno repeticion de otro y como si la isla viviera en una fiesta inacabable…que hay de los ritos funerarios y de bailes y cantos que transmiten tristeza u otro sentimiento? no son acaso igualmente interesantes o no son llamativos al turista? cada rapanui debería ser guardián de sus raíces y transmitirlas respetandolas y haciendolas respetar por propios y visitantes…es mi opinión..saludos!
gracias esto me sirvio mucho
Muy buen texto, lo retwitteo